Nacido en Madrid en 1717. Su padre era maestro de obras y a su lado tuvo ocasión de aprender el oficio desde muy niño, demostrando enseguida sus grandes dotes para el dibujo y la arquitectura. A los catorce años fue contratado por Marchand, que dirigía las obras de reforma del palacio de Aranjuez, para hacer dibujos de ornamentación. Y a los dieciocho años ya estaba al servicio de Filippo Juvara, el arquitecto más importante de Italia, que había venido a España para construir el Palacio Nuevo de Madrid, pero al morir éste, tan sólo unos años después, el proyecto es encargado a su discípulo Juan Sacchetti, con el que Ventura trabajó estrechamente en el diseño del palacio totalmente distinto al de Juvarra. Aunque hizo un papel anónimo, se ganó el respeto de sus maestros y el reconocimiento de la Academia de San Fernando, a la que estuvo ligado durante toda su vida, llegando a ser director de Arquitectura en 1752.
Aunque su primer estilo obedecía a las más estrictas normas barrocas, Ventura fue asimilando la transición al imperante Neoclasicismo, convirtiéndose en el arquitecto más representativo de este estilo en España. Del reinado de Fernando VI nos quedan las muestras del Barroco de Ventura con una clara influencia romana: la Santa Capilla de la Basílica del Pilar de Zaragoza, la Iglesia de San Marcos en Madrid, la capilla de San Pedro de Alcántara en Arenas de San Pedro, la capilla de San Julián en la Catedral de Cuenca y la reforma interior del Convento de la Encarnación. Pero en el reinado de Carlos III, nuevos aires arquitectónicos se ponen de moda y Ventura Rodríguez evoluciona también con los tiempos. Chueca Goitia dice de él "hombre de sensibilidad extrema, de una capacidad de asimilación prodigiosa que, unidos a una mano feliz, le hicieron ser un proyectista inigualable".
Aunque el nuevo rey le había cesado de las Obras Reales y nombrado a Sabatini en su lugar, a Ventura nunca le faltó trabajo por todo el territorio nacional: la Iglesia de los Agustinos de Valladolid, la fachada de la Catedral de Pamplona, el colegio de Cirugía de Barcelona…
En 1764 fue nombrado Maestro Mayor de la Villa, a los dos años Arquitecto Supervisor del Consejo y unos años después Arquitecto de la Cámara de Castilla. A él le debemos el proyecto del Paseo del Prado y las tres fuentes que lo adornan: Cibeles, Apolo y Neptuno. El Cardenal Lorenzana le nombró Maestro Mayor de la Catedral de Toledo, en donde realizó varios proyectos como el patio del Colegio de Doncellas Nobles, la capilla del Palacio Arzobispal y la reforma del Alcázar.
Ventura Rodríguez fue también el arquitecto preferido de la aristocracia madrileña, que le encargaba el diseño de sus palacios: Liria, Conde de Altamira, Regalía y Osuna. Y cómo no, el imponente palacio de Boadilla del Monte, encargado por el Infante don Luis de Borbón, que además de gran admirador suyo fue uno de sus mejores amigos. Entró en la nómina del Infante en 1761 y fue nombrado Arquitecto de Su Alteza por Real Decreto de 1781, según consta en la testamentaría del Infante. El arquitecto también diseñó para su amigo los muebles para el palacio.
Como dato curioso los dos amigos murieron en el mismo año y el mismo mes, con tan solo unos días de diferencia. Curioso también que el Infante fuera enterrado en la Capilla del Monasterio de San Pedro de Alcántara en Arenas de San Pedro, que había sido construida por Ventura en 1755.
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